por @patyleiva
En Gimme Danger, el documental de Jim Jarmusch vemos a Iggy Pop, adorable, muy divertido, contando la historia de los Stooges (la mejor banda del mundo, dice Jarmusch) pero pasando por su propia historia. Cuenta, por ejemplo, los programas de televisión que lo fascinaban, de hecho, uno de ellos lo motivó para escribir (The Soupy Sales Show), porque ahí invitaban a los niños a mandar cartas que no tuvieran más de 25 palabras. Así, casi sin darse cuenta, comenzó a escribir sus propias canciones.
Vivía en una casa rodante de esas que se estacionan en parques de tráilers, y como al pequeño James Newell Osterberg Jr (Iggy) le gustaba tocar la batería, los papás le dieron la pieza grande de la casa rodante en que vivían, para que cupiera su camita y su batería. “Nunca se quejaron” dijo. Da las gracias por haber vivido en un ambiente así. “Tuve tanta suerte de vivir en un ambiente simple y pequeño con mis padres, porque los conocí bien”. Morí de amor.
Después cuenta de lo pasteles que eran cuando partieron tocando con su grupo y el día en que dijeron (muy en ácido): tenemos que ponerle nombre a la banda. “Pongámonos “The Stogges” (como los tres chiflados), porque no hacemos nada mal, pero todos nos agarran para el hueveo. ¡Pero seamos los Stooges sicodélicos!”, dijo.
“Eramos comunistas. No eramos políticos, pero vivimos en comunidad, todo lo repartíamos en partes iguales.” Ellos mismos dicen que no podían ni tocar, Iggy se pintaba la cara blanca, se ponía delantales, se sacaba la ropa… el público enloquecía.
Lo que más me gusta es verlo contar sus referencias para las performances en vivo: Merlina de los Locos Adams o mandriles antes de pelear. Todo está contado en primera persona y el encanto de Iggy hablando es insuperable.
Pueden ver Gimme Danger en FIDOCS el domingo 12 de noviembre a las 21:45 pm y el miércoles 15 a las 22:30 en Cine Hoyts La Reina.
