Por @patyleiva
Por Joaquin Phoenix supera todas las expectativas en Guasón. Este Joker 2019 es por lejos el más crudo de todos los que hemos visto. No hay momentos con el humor, el sarcasmo o la picardía que nos mostraron antes otros intérpretes de este icónico personaje de la historia de Gotham City.
Es una obra maestra trágica y desoladora. Todd Phillips es el responsable de la dirección y el guión que escribió junto a Scott Silver. Cuando fue estrenada en el Festival de Venecia fue ovacionada por 8 minutos, tras los que recibió ya 3 premios.
La verdad que aquí se cuenta a través de la construcción de este personaje es sumamente incómoda, angustiante y cruda, porque muestra justamente lo que nadie quiere ver, pero a la vez es súper necesaria, porque es una historia compleja, donde las cosas no son blanco o negro solamente.
“Lo más difícil para un enfermo mental es que el resto actúa como si no lo estuviera”. Esa dolorosa frase me dejó pensando en que la salud mental debería ser la primera prioridad de la sociedad, sin duda alguna. Eso y la igualdad social en términos económicos y educativos son las bases de una sociedad sana y constructiva.
Los poderosos de siempre muestran su esencia en Gotham al igual que en todo el mundo. Las decisiones se toman unilateralmente y el queque siempre queda mal repartido. Ver hablar a Thomas Wayne me hizo recordar el comienzo del documental chileno, creo que el de los Chicago Boys en donde uno de los empresarios decía que el problema era que la gente pobre le tenía envidia los que les iba mejor en la vida. Hablemos de falta de vergüenza y de empatía.
En Guasón, los medios también hacen lo suyo. La entretención no siempre es casual y orgánica. ¿Quién decide lo que nos muestra la tele? ¿Cuánta responsabilidad hay en la utilización de un personaje? Una vez más, la realidad y la ficción se encuentran.
Phoenix como Arthur Fleck conmueve, irrita, emociona, altera, genera compasión, dejando muy en claro que este será quizás el papel de su vida.
La fotografía de Lawrence Sher hace lo suyo en esta sensación que provocan. La atmósfera de la película Guasón está manejada en la oscuridad y suciedad con la que uno relaciona a Gotham, matizada en tonos verdes azulados en las que el rojo resalta como color complementario ya sea en la nariz de payaso o en la sangre, volviéndose protagonista. El arte, el vestuario, el maquillaje son perfectos.
La presencia de Robert De Niro no es casual y no está libre de referencias. Claramente vemos en él resabios de El rey de la comedia donde De Niro interpreta al comediante Rupert Pupkin, y también hay mucho de Travis Bickle, de Taxi Driver en el mismo Arthur Fleck el Guasón.
La increíble Frances Conroy (Arrested Development, The Mist, Six Feet Under) tiene la difícil misión de personificar a la madre de Arthur, un complicado personaje que tiene demasiada importancia en esta historia, algo que hemos visto una y otra vez en los casos reales y ficticios de sicópatas y asesinos.
Pero Arthur no puede reducirse a la calidad de delincuente simplemente. Eso es lo que Guasón hace, nos explica, construye (¿justifica?), nos invita a mirar lo que no se ve, y lo hace de la mano del artista, Joaquin Phoenix sobre “manchas” rojas y verdes azulados.
Yo no sé cuánto tiempo necesito para volver a verla. Es demasiado buena pero necesito procesarla. Imágenes vuelven a mi mente y las revaloro con la reflexión. No sé si más de una vez, pero, de que hay que verla, hay que verla.
