machismo laboral

Machismo laboral: Cuando su deseo es más importante que mi dignidad

Hace 4 años fue como si le pasara a otra persona. Hoy cada vez que recuerdo este hecho de machismo laboral vuelvo a sentir esa inmovilidad que produce la violencia, pero ahora ya no me quedo callada.
machismo laboralPor Trinidad Ramirez

Hace 4 años fue como si le pasara a otra persona. Hoy cada vez que recuerdo este hecho de machismo laboral vuelvo a sentir esa inmovilidad que produce la violencia, pero ahora ya no me quedo callada.

Tenía 34 años, era responsable técnica de un proyecto grande y mi contraparte era un señor importante 20 años mayor, muy poderoso.

En la primera reunión del proyecto, fueron convocados 20 hombres. En medio de la reunión, tomé la palabra y mientras hablaba, el señor importante sentado a mi izquierda, se reclina en su silla y me interrumpe: “Qué difícil es ponerle atención a la Trini con esa voz sexy que tiene”.

Silencio total en la sala.

Quedé de una pieza, lo miré anonadada y continué. No fui capaz de decir nada. No entendía nada, estaba totalmente expuesta.

A la semana siguiente tuvimos otra reunión con los mismos 20 hombres. Esta vez, yo comenzaba exponiendo un ppt de pie. Cuando todos se estaban sentando, el señor importante aplaude 3 veces y dice: “ya! dejen sus celulares y a concentrarse, ya saben que a la Trini es difícil ponerle atención con su voz sexy”.

Silencio total. Ahora estaba de dos piezas, enojada y disminuida, respiré profundo y expuse mi trabajo.

Al terminar la reunión me acerqué al señor importante que conversaba con otros 3 no tan importantes y le dije: “Sergio, no fue divertida la primera, ni la segunda.

Te prohibo que hables de mi cuerpo, mi voz y nada similar”. Atónito me respondió “ahhhh se me olvidó que tu eras una de esas”. “Si -respondí- de esas personas que tienen dignidad”.

Varios de los participantes se acercaron a felicitarme por mi coraje.

A los tres días mi jefe me llama a su oficina. “Siéntate, y no voy a permitir que me discutas” (Ops que cagá me mandé?) “Trini tienes prohibido llamarle la atención a un señor importante”, sentenció muy enojado y me pidió que saliera de su oficina, sin siquiera poder narrarle cómo ocurrieron las cosas. Nada estaba bien en ese lugar.

Dos semanas después supe que estaba embarazada y empecé a pasarlo muy mal. Lentamente me sacaron de todos los grupos de trabajo y nunca más mi jefe me mandó un correo electrónico, así calenté el asiento hasta que me dieron licencias por depresión en el embarazo, las cuales obviamente fueron rechazadas.

Para terminar en alto esta historia. Mi jefe, sabiendo las consecuencias, no presentó los papeles a la Isapre y no recibí el pago del pre y post natal hasta que mi hijo tuvo 10 meses. Mi jefe nunca quizo darme la cara, ni estuvo dispuesto a revertir la situación.

Debería haber presentado acciones legales. Lo sé. Llegue tarde, estaba enredada en el postnatal, mi depre y persiguiendo mi salario entre el COMPIN y la SUSESO.

Debería haber denunciado al señor importante. Sí, pero simplemente no pude.

4 años después, ya no tengo jefe, tengo socia. Me aburrí de lidiar con hombres formados para ser los líderes del mañana que están frustrados y la agarran con las mujeres inteligentes de sus equipos.

He ido sanando, pero aún recuerdo la blusa que llevaba cuando mi voz sexy paso a ser más importante que mi inteligencia, mi capacidad de gestión y mi liderazgo, y un hombre creyó que su deseo era más importante que mi dignidad.

Si al igual que Trinidad quieres escribir en Zancada, acá te decimos como.

One comment

  1. Lamentablemente es una situación mas frecuente de los que quisiéramos, he pasado por esa situación y nose si es mas humillante e incomodo la situación en si o que te hagan sentir culpable, y dar explicaciones una y otra vez porque “algo debiste haber hecho”.

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