por Bita
Mi mejor amiga se va a lejos, a vivir 4 años fuera de Chile, bien lejos. Se va con su familia: su marido y sus dos pequeños hijos. Nos conocimos hace casi 20 años, cuando ya teníamos algo de vida recorrida, pasamos juntas etapa universitaria, decepciones amorosas, nos acompañamos en funerales, en matrimonios, celebramos mucho la vida y construimos nuestras familias siendo parte una de la otra.
Y ahora está a días de partir, ya cerró su casa y la pega, tiene visa y pasajes listos. No hay vuelta atrás y la encuentro tan valiente. Tengo puro orgullo y admiración por lo que están haciendo, no es fácil irse lejos de la familia, de la red, de lo conocido. Más encima con nuevos proyectos académicos.
Tengo nervios igual, quisiera asegurarme que van a llegar a un lugar bacán, donde los van a tratar bien, donde va a tener a quien abrazar. Mis deseos de que sea una experiencia maravillosa, de que disfruten, conozcan, que aprendan mucho, es tan real que a veces me aprieta el pecho.
Pienso también en lo mucho que me va a hacer falta. Aún no estoy segura de cómo voy a manejarlo, existen mil formas de estar conectadas, pero serán horas y climas distintos. ¿Qué hago si mis hijos me colman la paciencia, tengo que llamarla de una? ¿Cómo vamos a coordinar panoramas? ¿Va a hacer a distancia el brindis de mi cumpleaños? ¿El más pequeño va a aprender a nombrarme? ¿El más grande seguirá con ganas de ir a nuestra casa cuando llega el viernes?
Pretendo ir a verla, el plan es que ellos vengan también. El tiempo va a pasar volando, me dicen. Pero, ¿qué es lo mejor para no sentir su falta en esas cervezas de viernes por la tarde, cuando nos dedicamos a cambiar el mundo?
**Si quieres escribir en Zancada, manda tu texto con título y nombre con el que quieres firmar a [email protected] en un mail titulado TEXTO. Puedes contarnos lo que te está pasando en la vida, lo que se te ocurrió ayer mientras volvías a tu casa o compartir un dato bacán, como si se lo estuvieras contando a una amiga. Como siempre, si va con nuestra línea editorial felices lo publicaremos.
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A mi hace años me toco ser la amiga que se iba, la amistad se conserva intacta y ten por seguro que ellos lo van a pasar increible… al menos yo no me queria devolver.
No es lo mismo… menos cuando una está al otro lado del mundo. Es cuesta arriba… muy cuesta arriba.