Primal Scream, el momento justo

por Diego Sepúlveda*, foto: Rodrigo Ferrari

Apreciar las cosas en su contexto tiene sus ventajas. El juicio que uno emite es más ponderado, menos visceral y más objetivo. Supuestamente. Cuando supe que Primal Scream venía a presentar Screamadelica pensé, “Bacán” y nada más. Pero al salir del show la sensación era “¡Menos mal que vine!”.

Al principio dudé por dos cosas, primero el contexto; Screamadelica es una disco del año 92, casi 20 años atrás, por lo que todo el tema de apreciarlo en su contexto se me iba un poco al carajo. En ese tiempo tenía apenas 8 años y ni siquiera sabía si me gustaban tanto las alcachofas, mi preocupación principal por aquellos días.

En segundo lugar estaba la desconfianza que me generaba asistir a un show que presentaba un disco completo y apenas unas canciones de los otros discos. No soy muy partidario de estos tipos de shows, la banda misma autoimponiéndose un pie forzado me parece una idea agotadora, además los discos y las presentaciones en vivo son cosas muy distintas.

No obstante, Gillespie y sus secuaces fueron capaces de barrer con todos mis prejuicios después de un par de acordes. El contexto de Screamadelica daba igual porque el disco era capaz de sonar tan o más actual que varias producciones de hoy en día, que tienen un marcado interés por el sonido más añejo.

En ese punto Primal Scream sonaba como una banda seria, libre de todas las imposiciones de la moda, dueños de un sonido que lograba compenetrarse con el público sin importar el tiempo que haya pasado.

Luego de repasar todo el material de Screamadelica, la banda sale a escena nuevamente, sólo para demostrar que apenas han dado una muestra sutil de lo que sus composiciones son y representan. Con apenas 3 temas de sus otros discos, Primal Scream fue capaz de dejar a todos pidiendo más, incluso cuando las guitarras distorsionadas al final del show dejaron a más de algún damnificado a nivel auditivo.

*zancudo invitado