¿Quién es William Carlos Williams? Paterson, el poeta-chofer de micro, nos lo presenta

William Carlos Williams, que suena cono nombre inventado y se ve como un patern si lo repetimos y llenamos con él toda una carilla, escribió “Paterson”, su obra mayor, y la tituló así porque es el nombre del pueblo donde nació su lisérgico amigo Ginsberg.

William Carlos Williams
por Ximena Torres Cautivo

Imagínense a un conductor del Transantiago poeta. Poeta, ensimismado, pulcro, correcto, uniformado con un overall y premunido siempre de una lonchera y una libreta de apuntes. Casado, sin hijos y enamorado de Laura, una artista obsesionada con las repeticiones, eso que mi hija diseñadora me enseñó hace años que se llaman “patterns” o patrones. Laura pinta todo en blanco y negro: las sábanas, las cortinas, sus poleras, las tazas y los vasos, sus vestidos. Y su marido, que es chofer y se llama Paterson, coincidencia gráfica-onomástica con los paterns que la obsesionan y que ciertamente no es casualidad, escribe poesía cotidiana o antipoesía, como nuestro Nicanor Parra.

En Chile, lo que suena imposible no es que existe uno o mas Paterson antipoetas manejando una oruga del Transantiago, sino que el bus esté limpio, los pasajeros paguen religiosamente su pasaje, las calles no estén plagadas ya sea de “eventos” o de “lomos de toro” (siempre he pensado que el material que se gasta en lomos de toro serviría para tapar los hoyos de las calles) y la vida transcurra plácida, civilizada y apegada a la rutina de cada día.
Paterson”, la película del director Jim Jarmusch, se ha convertido en la preferida de todos con los que he hablado de cine ahora último.

Claramente el éxito del filme en el mundo, ha motivado el lanzamiento del libro “William Carlos Williams, poesía reunida”, que da a conocer en Chile al antipoeta estadounidense. La obra del pediatra-poeta que escribia poemas en el reverso de las recetas y que revolucionó la métrica en la poesía anglosajona, porque decidió escribir con el inglés que hablaban los gringos en la calle acerca de los temas comunes y corrientes, “haciéndote cargo de este universo en lugar de crear uno nuevo”, como lo celebró su admirador Allen Ginsberg, gurú de la generación beat y poeta modernista el mismo, se nos presenta traducida al español y vale la pena conocerla.

William Carlos Williams, que suena cono nombre inventado y se ve como un patern si lo repetimos y llenamos con él toda una carilla, escribió “Paterson”, su obra mayor, y la tituló así porque es el nombre del pueblo donde nació su lisérgico amigo Ginsberg, muy cercano a su localidad de nacimiento y residencia perpetua, Rutherford, ambos en el estado de New Jersey.

Jarmusch, por su lado, los tributa a ambos con su simple e intrigante película, que a mí me despertó la más profunda curiosidad por William Carlos Williams y me llevó por los vericuetos de sus poemas.

Confieso que no soy lectura habitual de poesía, pero me encanta que en 1909, el doctor escribiera “This is just to say”:

“Sólo para decirte
que me comí
las ciruelas
que estaban en el refrigerador
y que
probablemente
guardabas
para el desayuno.
Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces y
tan frescas”.

O sea, un lenguaje que los perros y los gatos pudieran entender, y yo soy perra y gata a la vez. La poesía reunida de WCW por Lumen tiene el lenguaje de la calle, de lo simple, pero en su momento fue aniquiliado por la potencia de la obra T.S. Elliot, que impidió que la poesía saliera del aula.

WCW fue el modernista reconocido más tardíamente. Poeta del ojo y del oído, dicen. Lo primero porque es maestro es hacer poemas descriptivos a partir de cuadros consagrados, ligando literatura y pintura, y de la realidad de la calle: un mujer lo inspira, una carretilla roja también. Lo segundo, porque se empeña en usar el habla, el cómo se habla, más que el lenguaje.

El volumen con su poesía reunida es grueso -531 páginas-, tiene tapa dura y la gracia, súper valiosa, de reproducir sus poemas en inglés y luego su traducción al español. Nunca como cuando hablamos de poesía tiene importancia el traductor, más cuando William Carlos Williams lo que buscaba era recoger el alma de Estados Unidos en las palabras que describían las cosas.

Paterson, el joven chofer de la película de Jarmusch, escribe sobre la belleza de la caja de fósforos, porque, como sostenía WCW: “No hay ideas sino en las cosas”.

Yo ya sé a quién le regalaré este libro.