Por Ina Groovie
Hace seis años tuve mi primera Crisis de Pánico: el sentir que iba a morir indefectiblemente. No recibía aire en mis pulmones; mi corazón se aceleró como con el primer amor; me desprendí de mí misma.
Fueron 45 minutos hasta que una pastilla hizo lo suyo. De no conocer ese término por la hermana de una amiga, jamás hubiera “diagnosticado” que eso era lo que me pasaba. Pero era algo más: era el futuro.
Cuando somos pequeños, creemos que tenemos que salvar algo: una familia, a un amigo, el mundo, la ecología, el orden establecido de las cosas. Pero nos hacemos grandes y aparece la palabra “miedo”.
Y ahí estaba: en carne. Han pasado los años, pero no he vencido el miedo: esa sombra ominosa del futuro, porque no sé para dónde va todo esto. Estamos en medio del miedo: de la incertidumbre; de un planeta que nos abandona de a poco; de falta de recursos y dudas.
Ustedes deben haber sentido un miedo claro y prístino, pero quiero preguntarles sobre el futuro: ¿a qué le tienen miedo?
Foto: Garidy Sanders, Unsplash
Las personas que controlan el mundo es lo que no me deja dormir.
tengo miedo a que mis papás vayan envejeciendo, tengan alguna enfermedad y lo pasen mal o simplemente mueran.
tengo miedo de que me despidan, de que los planes a futuro no resulten, de que mis sobrinos no tengan agua cuando sean adultos, o peor aún, tengan que pagar por algo tan vital como eso.
tengo miedo de que mi dolor en una pechuga de hoy, sea algo malo de lo que no me hice cargo a tiempo por postergar la eco (soy joven, no es lo frecuente, pero si a otros les pasa ¿por qué a mí no? )
saben cuál es el problema transversal a todo esto? porque no es el miedo, eso es un efecto; es la maldita ansiedad que me genera miedos irracionales, poco probables y hasta incontrolables. pero ahí sigue, porque si hay algo para lo que venía preparada era para entender que en la vida son más las incertidumbres que las certezas.